Imagen de una publicación de una revista semana

Vicente Martínez Martelo,
“el Alcalde del Pueblo”

Raíces y formación

Vicente Martínez Martelo, “Don Vizo”, nació en Cartagena de Indias el 22 de noviembre de 1898. Hijo de Vicente Martínez Recuero y Tulia Martelo Jiménez, creció en el centro histórico de la ciudad. Estudió en el Colegio Universitario de Cartagena y más tarde en el Woodstock College, un departamento de McMaster University en Canadá. Esa experiencia le abrió la mirada al mundo y nutrió su visión de transformar a Cartagena en un polo turístico y moderno. Contrajo matrimonio con Laurina Emiliani Vélez en 1920, con quien formó una familia de diez hijos. Su hogar, la Casa Moraima en el Pie de la Popa, fue centro de vida familiar y social.

El empresario y visionario

En los años veinte dirigió la Ferretería Cartagena, importando productos innovadores como gramófonos y congeladores. Pero su gran legado empresarial llegó en la década de 1940, cuando lideró junto a Miguel de Pombo y Augusto Tono de la Espriella, la llamada “Embajada de Cartagena”. Recorrieron Colombia vendiendo acciones de una sociedad para financiar el primer hotel turístico de playa en la ciudad. Así nació el Hotel Caribe, inaugurado en 1945, que marcó el inicio del turismo moderno en Cartagena. Con su apertura se trazó la ruta para el desarrollo de Bocagrande, Castillogrande y El Laguito. En palabras de Vicente: “Haré de Cartagena la Costa Azul de Colombia”.

Imagen Vicente Martinez
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Galería fotográfica

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El alcalde modernizador con sensibilidad social

 
 
 

Su vida pública se distinguió por un civismo a toda prueba. Fue alcalde interino en 1950, titular entre 1951 y 1953, nuevamente en 1960–61 y también alcalde de Santa Catalina en 1954–55. Su lema era: “Mi despacho está en los barrios”. En sus mandatos se consolidaron transformaciones urbanas clave: el desarrollo de La Matuna como centro comercial moderno, programó la pavimentación de la Avenida Pedro de Heredia y de la Avenida Santander, asi como de muchas calles de los barrios de Cartagena. Impulsó el Centro Turístico Carlos Villaveces en Bocagrande, con piscina olímpica y playas protegidas con mallas metálicas. Promovió la restauración de monumentos, el despeje del Cerro de La Popa, y el rescate del centro histórico. Fue un alcalde de obras visibles, que unió gestión pública con visión de futuro, siempre de cara al pueblo, con un espíritu de unidad interpartidista, antes no conocido en el país.

Imagen de una persona con dos banderas en el fondo

La visión de
Tierra Bomba

Uno de sus proyectos más audaces fue la propuesta de construir un puente desde la escollera de Bocagrande hasta Tierra Bomba, planteada en 1964. Decía que “Tierra Bomba es la prolongación natural de Bocagrande para evitar su hacinamiento futuro”, anticipando que la península se vería congestionada. La idea, semejante a las asociaciones público-privadas actuales, consistía en que inversionistas extranjeros financiaran la obra a cambio de explotar comercialmente terrenos en la isla. Aunque no se materializó, dejó sentadas las bases para su desarrollo, pues logró que la Nación cediera por Escritura Publica el 52% de los terrenos de la Isla al Municipio de Cartagena. Esta iniciativa demuestra su visión estratégica: entendió medio siglo antes la necesidad de expandir la ciudad hacia las islas para equilibrar su crecimiento.

El concurso de la belleza

Junto con su primo “Bebé” Martelo fundó en 1934, y lo presidió de forma 1949 el Concurso Nacional de Belleza, que presidió durante dos décadas de forma intermitente. Bajo su dirección, el certamen trascendió el ámbito social y se convirtió en motor turístico, cultural y económico para Cartagena. El concurso atrajo visitantes de todo el país y del extranjero, proyectando a la ciudad como vitrina internacional. El Hotel Caribe y luego el Teatro Cartagena fueron escenarios de galas memorables, en las que Vicente unía glamour, organización y propósito cívico. En sus palabras y acciones, “el concurso no era solo belleza: era desarrollo para Cartagena, oportunidades para todos”.

Imagen de un periodico

Club man y vida social

 
 
 

Vicente fue un hombre profundamente social. Presidió el Club La Popa, donde realizó una destacada labor, y el Club Cartagena, que dirigió en la celebración de sus 50 años. Fue nombrado socio honorario del Club Barranquilla, reconocimiento a su cultura y liderazgo. Estos espacios le permitieron tender puentes entre la élite local y regional, y al mismo tiempo mantener cercanía con la ciudadanía común, siendo recordado como un hombre afable y generoso.

Diploma ctg Vicente

Reconocimientos
y condecoraciones

Recibió la Cruz de Boyacá y múltiples homenajes cívicos. Fue nombrado Cónsul del Ecuador y Cónsul de Noruega en Cartagena, con plenas prerrogativas diplomáticas, como lo certifica el diploma oficial en noruego. En 1945 fue declarado Ciudadano Honorario de Miami por el alcalde William Wolfarth. La Embajada de EE. UU. en Bogotá lo felicitó junto a su esposa Laurina en sus bodas de plata matrimoniales. Estos reconocimientos muestran su proyección internacional, rara en dirigentes locales de su época. Fue un cartagenero con prestigio global, respetado por gobiernos extranjeros y clubes sociales de la región.

El hombre humano y familiar

Más allá de sus cargos, fue un hombre de familia. Amó profundamente a Laurina y a sus hijos, con quienes compartió alegrías y esfuerzos. En la Casa Moraima se reunieron generaciones, y el Libro de Firmas conserva mensajes de visitantes ilustres, prueba del aprecio que despertaba. Era cercano, sencillo y generoso, conocido por tender la mano tanto a amigos como a desconocidos. Su epitafio, en la Iglesia de Santo Domingo, resume su espíritu: “Aquí yace Vicentico, un hombre que fue feliz en este valle de lágrimas. Fui feliz, hice el bien a quien pude; amé a mi mujer e hijos por sobre todas las cosas; espero que la tierra me sea leve”.

Imagen Familiar CTG

Legado perenne

 
 
 

Vicente Martínez Martelo murió en Cartagena el 7 de junio de 1971. Su vida marcó un antes y un después en la ciudad: fue empresario visionario, alcalde transformador, líder social y cultural, y diplomático de prestigio. Unió tradición y modernidad, pobres y ricos, lo local y lo global. Su legado sigue vivo en las calles de La Matuna, en el Hotel Caribe, en el recuerdo de los reinados de belleza, en la memoria del pueblo, los clubes y en la historia de su familia. Fue, en suma, un gran cartagenero cuyo ejemplo de civismo, visión y humanidad permanece vigente.

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